26 feb 2010

NO PUEDO PEDIR MAS (Travesia de los lagos 2010)

La travesía de los lagos implica un ingreso a un área más agreste que la zona local donde habitualmente remamos...

Pero sin dudas para mi, es la disposición de vivir lo que seria un posible encuentro con una faceta mas salvaje de la cara de Tierra del Fuego.
Me refiero a los constantes cambios en las condiciones climáticas, típico de esta zona, pero en este caso sobre los dos espejos de agua más grandes de la provincia: el lago Yehuin y el Fagnano o Khami en lengua autóctona.


Lo que representa una travesía más concienzuda. Una operación de más cuidado por parte de uno y en la flota en conjunto.
He comentado en mas de una oportunidad que los fueguinos remamos conscientes de que acá siempre estamos a merced del tiempo, la "condición climática", que define absolutamente todo, y en mi opinión constituye la gran característica de la esencia de este lugar.

Una geografía bien agreste de una belleza adormilonada cuando hay quietud..., o algo de una dureza salvaje que golpea, te espanta y parece ponerte a prueba cuando se desatan esos clásicos temporales de viento que tienen vida propia y fueron y siguen siendo la pesadilla de tantos navegantes.


La primer jornada de navegación tiene lugar en el Yehuin a 80 Km. de Río Grande. Algo así como 2 a 3 horas hasta el punto donde se hace el primer campamento de la travesía.
Como siempre nos acompaña Prefectura. Que ya no es la Institución..., son Chochi, Julio Rocha, Maldonado. Amigos, chicos de acá con los que compartimos la previa entre charlas y risas.
Lamento que esta vez no hagan campamento con nosotros al final de jornada, ellos nos acompañaran hasta la ensenada y regresaran a cabecera para pasar la noche allí.

La PIEDRA: una especie de isla rocosa sin vegetación que este lago de forma caprichosa tiene en el medio. Algo muy peculiar, no común en los lagos fueguinos.




Tenemos más gente que nos cuide: la Flia. Radnay. Llegan en su semirrigido desde la Rinconada, un club de campo que existe en otra margen del Yehuin.

A mi apreciación son como una especie de Flia. Ingalls, todos muy unidos, alegres, entusiastas, serviciales. Desembarcan con sus dos labradores que no cesan de entrar al lago a buscar cuanta cosa se les tire.

Enfundada en mi traje seco no dejo de preguntarme por donde pasara el componente esencial del animal para soportar la temperatura del agua tan fría acá.

19:40hs nos lanzamos al agua 3 kayak simples y dos dobles. Cuanto antes mejor, le escapamos a la noche. La navegación nocturna en un lago como este no es aconsejable. Y personalmente no me resulto del todo agradable en otras oportunidades.




Hay una leve brisa del S de frente, y leve movimiento en el agua. Esta agradable para iniciar una navegación en forma relajada, para ir tomando ritmo (hace bastante que no remo), para apreciar el paisaje, para meterse para adentro ya que el tamaño de la flota permite eso...

En la margen izquierda del lago, sobre la costa, corren 3 guanacos y luego se meten al bosque del faldeo del cerro que lleva el nombre de este animal. Con su actitud nos demuestran que hemos quebrado su intimidad pues por estos lados no son tan "domésticos" o mejor dicho no están habituados a ver el hombre, como aquellos de la ruta 3 que pastan tranquilamente del otro lado del alambrado y otras veces pegados al asfalto por donde uno pasa.

En 1 hora y veinte estamos ya cruzando el lago de lado y aproximándonos a la piedra, lo cual a mí Particularmente me relaja. Lo próximo es virar en dirección oeste e ingresar a un sector mucho mas reparado de pequeñas ensenadas y recodos, dejando la parte mas abierta del Yehuin detrás; y con ella la posibilidad de quedar expuestos al viento y al oleaje que de aparecer no me gustaría experimentar en la oscuridad...




No puedo dejar de mencionar que la nota de color la puso la cordialidad de nuestros escoltas los Radnay, que nos fueron ofreciendo en todo momento café bien calentito y muy buena onda, a pesar de que el frió se dejo sentir mas a bordo que en los kayak.

La piedra ejerce una especie de atracción en todos siempre. No dejo de mirarla. Me hace pensar en el cataclismo, los movimientos geológicos que posiblemente la hayan ubicado allí. Pienso en lo especial que podría ser bucear en sus alrededores, descubrir su "otra parte", tal vez muy distinta a lo que se ve en superficie.

Los Radnay van raudamente a hacerle una circunnavegación, los envidio, sus tiempos no son los del kayak por lo cual pueden apreciar todas sus caras en un minuto, nosotros siempre tenemos una especie de urgencia o necesidad de ingresar en la zona protegida.



Tierra del Fuego demanda, ordena, dirige y uno humildemente acata. Siempre es así.

Como era sabido llegamos de noche a "la ensenada", el lugar de acampe de la 1er noche, en una elevación boscosa a orillas del río Indio. Un lugar de ensueño, un remanso de agua en forma de pequeña bahía que es como un cobijo silencioso en la primera noche. La transición justa hacia el segundo campamento mas rustico en el Khami. Luego de portear los kayaks hacia arriba de la colina, previo armado de carpas.., como siempre ponemos en el fogón lo que trajimos para compartir y entre churrascos, salchicha parrillera, sopitas y café, charlamos, conocemos a Ricardo el invitado de Checho.., y atravesamos la mas variada temática para 3 horas hasta que llega el momento de ir a dormir.

La partida, la mañana siguiente es pasada las 9. Disponemos los cabos de vida sobre los botes e iniciamos la caminata por el Indio hacia el segundo lago: Yakush.

Es una especie de trekking, medio torpe por momentos, donde uno cabrestea su kayak cuando el caudal es bajo. Hay sectores donde la corriente se incrementa, lo irregular del terreno forma pequeñas cascaditas, que el Avatar sortea mejor que yo en su camino a las manos de alguien abajo.




Las piedras están cubiertas de un liquen o hierba, se tornan muy resbalosas y varias veces caigo al agua entre las carcajadas y chiflidos de mis compañeros. Más divertido que contarlo es vivirlo.

Marcelo despeja los palos en la clásica última castorera antes del Yakush abriendo un paso ajustado al tamaño del kayak.

Atravesamos el pequeño lago que a comparación de los otros dos grandes, parece un lugar donde el tiempo pareciera detenido y todo es muy tranquilo. Nos bajamos a almorzar en el punto donde tomaremos nuevamente el Indio para transitarlo hacia su unión con el Río Claro.

Esparcidos por todos lados hay colchones de margaritas silvestres que cortan la paleta habitual de colores del lugar.

En Tierra del Fuego predomina la lenga, los lagos oscilan entre el marrón, grisáceo, azulado y a veces verdoso.

El campo por aquí en todo su contexto es una paleta de amarronados grisáceos.

Toda Tierra del Fuego es bellamente dura, salvaje, rustica. En mi corazón única e incomparable a otras zonas cordilleranas. Sus matices están impresos por la inconfundible mano de las temperaturas frías y el viento constante.

El clima no te acompaña, por el contrario te encierra y te prueba.

Y para quienes andamos en el agua particularmente parece tornarse aun mas fría y mas extrema en todo sentido.
En el temido viento y el oleaje levantado, es que aprendí, cuanta fortaleza anímica y temple debo forjar para seguir adelante cuando el cuerpo se agota y pierde calor.

Cuando la mente es acuartelada por miles de interrogantes que parecen puestos allí para amenazar la paz interior y el equilibrio necesario para acompañar a ese compañero que siempre navega impecablemente...


Cuando caer al agua es siempre la peor opción para el organismo y la supervivencia en toda estación.
He aprendido mas de mi navegando que en cualquier otra clase de situaciones. Algo que jamás imagine. Será por ese camino que uno vuelve y vuelve....y porque Tierra del Fuego esta allí como perfecta aliada para esta experiencia única que muchos vienen de muy lejos a probar y nosotros tenemos a la mano siempre…

Los calafates están repletos de frutos morados ya, el Claro nos recibe con sus clásicas empalizadas que nos llevan a desembarcar en la costa fangosa y cargar los kayaks por el campo unos metros hasta bajar en otro lugar y seguir rumbo al Fagnano. El gran interrogante de todos siempre. El que manda y define más que nadie.

Con este lago todo plan siempre es tentativo, es demasiado grande como para no estar encrespado por el viento O que predomina en esta zona y corre en su dirección. Lo extraño es verlo tranquilo.

Sobre el Claro cualquier brisa nos hace mirarnos y comentar como lo encontraremos esta vez, y como estará mañana cuando intentemos la navegación y el final de la travesía.

Tenemos planteado continuar por el lago una vez en la desembocadura, si es que este lo permite para ganarle terreno.
Un terreno critico, pues al estar en una bahía, al salir de esta, tendremos 1 hora de remo hasta la zona mas expuesta casi en el medio del ancho del lago, un peñón de bordes acantilados sin costa salpicado de rocas grandes en los alrededores y hacia adentro, que con viento y oleaje importante de costado ha sido la pesadilla de no pocos.
Todo en conjunto es un paquete que hace que el Khami para todo palista, sea de respetar.

Hacia las 16 hs. desembocamos en el Fagnano y nos recibe gratamente. Esta manso en el horario del día en que el viento soplaría más fuerte.

Paramos 10 minutos, algunos se acondicionan mejor para entrar en el algo, preparamos comida y bebida sobre el kayak y a continuar.



La navegación se torna mas seria y, sin dudas muy continúa hasta el peñón. Encendemos las VHF para la seguridad de la flota por si las condiciones climáticas cambian de golpe.

Aprovechamos las aguas tranquilas y ponemos proa al peñón alejándonos un poco mas de costa que de costumbre.

El kayak de Checho y Ricardo tiene dirección errática. Es evidente que tiene problemas en el timón. La navegación en los ríos con sus castoreras y troncos caídos deja por lo usual marcas aparte de la diversión.

Pasando la zona mas critica del peñón, el tema del timón parece complicarse mas aun, lo que lleva a los chicos a una navegación penosa y agotadora, factor que no pudo con el buen humor de Ricardo, pese a ser su primera vez en kayak.

Tras 1 hora y 30/40 minutos llega el momento de parar y observar la nueva zona de acampe. El primer lugar reparado en un gran recodo del Fagnano luego de la zona acantilada.
Nos cae de maravillas la novedad del cambio, El Khami es demasiado lindo como para acampar siempre en el mismo lugar.

Descomprimimos la situacion. Nos aseguramos llegar a casa el día siguiente.

Si nos tocara navegar con viento, iremos en un curso más reparado y con oleaje de menor intensidad de popa.
Por otro lado, acortamos casi dos horas la jornada de navegación más larga y extenuante.



Terminamos armando carpas a 1 metro de la costa del Khami y dormimos con el sonido del agua rompiendo suavemente en tierra. Un sueño. Es como si este gigante nos hubiera estado acunando toda la noche. No dejo de sentirme tan afortunada de vivir acá y poder seguir sorprendiéndome por el lugar después de tantos años.

Por lejos, el mejor campamento que he hecho. Mención aparte: el pollo al disco de Piro: EXQUISITO.

Sobra la calidez humana. Montan un improvisado tallercito para el timón de Checho, que con mucha creatividad termina resultando en algo útil y efectivo hasta el final.
Duermo como los dioses y en paz hasta que escucho voces 6:45. Salgo de la carpa y me sorprende la quietud del lago, la falta de frío, en fin... a todos por momentos nos da la sensación de que no estamos en Tierra del Fuego. Será el cambio climático? Se disfruta pero al final de cuentas termina preocupando. El día anterior fuimos victimas de mosquitos fueguinos en los ríos.

Iniciamos navegación 8:18 camino a cabecera. Son algo así como 26 kms. En un lago increíblemente apacible y bajo un cielo húmedo.

Es la primera que remo sin mitones, algo que puede parecer tonto de mencionar pero que en la vivencia hace la diferencia acá, que las manos no vayan rígidas de frío, poder sentir el contacto con el agua y el aire, sentirse mas despojado, menos robotizado. Hace todo más placentero y puro.

Sobre las aguas tranquilas se ven insectos que no se de donde salieron pero contribuyen al espectáculo de las truchas saltando por todos lados.



En la quietud uno puede reparar en todo. Todo es un amplio anfiteatro de animales y especies arbóreas donde se intercalan lengas y coihues.

El trayecto a cabecera ofrece acantilados, playas limpias, piedras grandes de formas caprichosas y hasta cuevas. Pequeñas cascaditas que bajan de las montañas.

Cada tanto el lago te sorprende con gigantes rollizos que aparecen flotando verticalmente y que a juzgar por el tamaño vienen de muy lejos al oeste donde se encuentran las cumbres más altas de la cordillera fueguina, lugares verdaderamente inhóspitos.

11:45 hacemos la clásica parada para picar y tomar café caliente. Checho se da el gusto de prenderun lindo fueguito que para mí siempre lo hace todo más ameno.

Reúne a la gente. Les inyecta energía para continuar y cuando hay frío es vital para quienes andan de neoprene.

El fuego fue todo para los indígenas fueguinos, tanto el shelknam u ona en estas regiones que hoy transitamos como el yamana en su Onachaga, hoy canal Beagle, que lo llevaba en su canoa de corteza adonde fuera.



Estamos muy relajados, pues el Khami nos regala este estado que hasta nos tomamos mas tiempo del habitual, pues con lo avanzado el día anterior, nos quedan apenas dos horas de navegación hasta el final de esta travesía.

La caña pasa de mano en mano, en ese ultimo intento del hombre de engañar a la naturaleza y llevarse algo. No se puede todo.

Le pedí permiso al Khami para entrar a sus aguas, le pedí que no me pusiera a prueba hoy, pedí benevolencia. El lago concedió. Llegue bien a casa y temprano. Disfrute absolutamente todo.

NO PUEDO PEDIR MÁS
Moni




Participaron de esta travesía: Mónica Aramburu/ sdk neko II, Marcelo Rosado /Kodiak prijon, Martín Lengnick/ Kodiak Prijon, Carlos Uribe y Piro Uribe/ Weir Dos de enero, Sergio Crocceti y Ricardo Cárdenas/ Weir Dos de enero.
Gracias a la PREFECTURA NAVAL ARGENTINA Y A LA FAMILIA RADNAY

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